viernes, 7 de octubre de 2011

El hacedor (de Borges), Remake; The Asian Series (de Dylan). Casos de inspiración peligrosa

UNO: EL HACEDOR, BORGES Y UN REMAKE


En las últimas semanas el libro El hacedor (de Borges), Remake (Alfaguara, 2011) del español Agustín Fernandez Mallo -autor de la trilogía Nocilla- ha desatado una polémica a partir del pedido -y logro- de María Kodama, viuda de Borges, de retirarlo de circulación (aunque los detalles del acuerdo no se han hecho públicos). La razón es que Fernandez Mallo, como anuncia el título del texto, ha hecho un remake de El hacedor de Jorge Luis Borges (1960). Para Fernández Mallo la cuestión es clara: se trata de un homenaje literario; para Kodama, las cosas son igual de claras: hay una transgresión que va más allá de rendir tributo a Borges.

El remake reproduce, con gran cercanía al original, el prólogo y epílogo, con variaciones que marcan la diferencia del escritor español, pero que en general guardan tanta similitud con los párrafos del argentino que, hasta algunos de sus defensores han señalado que la polémica se pudo evitar con algo tan simple como las comillas. Además, para completar el homenaje-transgresión (dependiendo de la opinión del lector al juzgar los hechos) los títulos que se presentan al interior de la obra son idénticos al de Borges, aunque su contenido es diferente.
En el ámbito literario las voces se han alzado a favor y en contra de retirar del pedido de Kodama, aunque hay cierta corriente con tendencia mayoritaria que opina que esta polémica pudo evitarse con un poco más de cuidado por parte de la editorial. Tal es el juicio de, por ejemplo, Julio Ortega, quien además señala que Fernández “ensaya lo que va del original a la copia, pasando por la glosa, la reescritura, la intervención, la reapropiación, operaciones todas que privilegian el artificio”. Finalmente, nadie, ni el mismo autor del remake, ha olvidado que el mismo Jorge Luis Borges, inició este tipo de técnicas para el siempre recordado Pierre Menard.
Más de la polémica sobre este tema puede leerse en las páginas de ABC y El País.


DOS: PINTURA, FOTOGRAFÍA Y BOB DYLAN, UNA ETERNA PIEDRA RODANTE
A fines de setiembre Bob Dylan, el aclamado compositor de (sobre todo) folk, rock, blues (y que por estos días este año estuvo, una vez más, dentro de los candidatos a llevarse el nobel de literatura que fue otorgado a Tomas Transtormer), presentó la muestra The Asian Series en la galería Gagosian (Nueva York), compuesta de 18 cuadros nacidos a partir de su estancia en países asiáticos durante sus giras.
En plástica desde hace buen tiempo ya Dylan ha mostrado sus obras y, aunque no ha brillado como con la música, su pintura es siempre noticia por ser quien es. Esta vez, sin embargo, hubo otro motivo: las pinturas son réplicas fieles de fotografías famosas. De hecho la foto que puso al descubierto esta copia filedigna es Opium, cuya similitud es sorprendente con una foto de Leon Busy, tomada en 1915 en Indochina.


















Lo que más ha llamado la atención, a parte del ya consabido hermetismo de Bob Dylan, es que las fotos de las que parten las pinturas son relativamente reconocibles, dentro del mundo fotográfico, por lo que pensar en un intento burdo de copia a falta de inspiración y con la intención de llamar la atención sobre la obra se echa por la borda, sobre todo si recordamos que el autor (aunque esto es discutible) de las pinturas es nada menos que Bob Dylan, quien no necesita copiar a otros para tener notoriedad, pues con lo hecho por él anteriormente en otros campos del arte basta y sobra para la durabilidad de su nombre.

TRES. EPÍLOGO: ¿INSPIRACIÓN, HOMENAJES, COPIAS…?
Estos son solo dos casos recientes en los que las palabras homenaje, inspiración y copia se confunden, comparten territorio y traspasan fronteras. ¿Cómo diferenciar la inspiración de una copia en ambos casos? En la obra de Fernández Mallo es clara la atribución a un autor previo: “El hacedor (de Borges), Remake”, en la pintura de Dylan la reproducción de la iluminación, tonos y encuadres de los originales es tan evidente que no cabe duda tampoco de una autoría previa a su muestra. Además, ambos son ya artistas creadores reconocidos, entonces ¿su inspiración es válida, debieron tener una separación mayor con las obras originales o, en todo caso, simplemente detallar con mayor énfasis aquellas partes que reprodujeron de otros?.

G. Lopez T.

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