“¿Ya puedes ver?” es quizá la frase más triste que Charlot haya dirigido a una de las tantas mujeres que compartieron con él la pantalla. Él siempre se enamoraba, y vivía el amor de verdad, queriendo lo mejor para su compañera, aunque esto signifique que ella se fuera a vivir un futuro mejor, quizá con otro. Luego Charlot se quedaba solo, pero tal vez sintiéndose bien por saber que esa otra persona, a quien amaba, sería feliz.
Pero esa es la frase más triste porque va acompañada de una mirada de misericordia, de la otrora vendedora de flores ciega, a la que Charlot ayudó a recobrar la vista. Sólo que ella no sabe cuál es la identidad de su angélico salvador, hasta que se encuentra con el vagabundo Y además se acompaña con el rostro más pueril de Charlot, como un infante que espera de su madre un dulce o quizá un mimo. Charlot prácticamente se desmorona de felicidad al encontrarse nuevamente ante aquella florista y no sabe qué hacer. La posibilidad del final abierto nos deja como tarea imaginar qué es lo que ocurre luego. A todos nos gustaría que ella se quede con Charlot, pero sabemos que lo más probable es que no.
Pero esa es la frase más triste porque va acompañada de una mirada de misericordia, de la otrora vendedora de flores ciega, a la que Charlot ayudó a recobrar la vista. Sólo que ella no sabe cuál es la identidad de su angélico salvador, hasta que se encuentra con el vagabundo Y además se acompaña con el rostro más pueril de Charlot, como un infante que espera de su madre un dulce o quizá un mimo. Charlot prácticamente se desmorona de felicidad al encontrarse nuevamente ante aquella florista y no sabe qué hacer. La posibilidad del final abierto nos deja como tarea imaginar qué es lo que ocurre luego. A todos nos gustaría que ella se quede con Charlot, pero sabemos que lo más probable es que no.