Entre el 17 de enero y el 27 de febrero, en la Galería Pancho Fierro de la Municipalidad de Lima se realizó la muestra Arguedas Hoy. El título me alegró inmediatamente porque alude a la actualidad de José María Arguedas. Y en un país tan jerarquizado, racista, discriminador y lleno de discursos irreflexivos y reduccionistas como el Perú, es esperanzador que en lugar de una muestra de documentos o un ciclo de conferencias para repetir lo mil veces dicho sobre el autor, se plantee el desafío de repensar y actualizar a Arguedas a través del arte contemporáneo. Me pareció fenomenal. Pero la triste sorpresa llegó casi inmediatamente, al leer en el sitio web creado para la ocasión que la exposición:
"se puede definir como un diálogo entre artífices populares y artistas plásticos jóvenes en torno a la visión de José María Arguedas, sobre un Perú pluricultural en donde todas las manifestaciones culturales conviven en un diálogo compartido".
¿Artífices populares y artistas plásticos jóvenes?
La triste dicotomía artífice popular/artista plástico me hizo recordar inmediatamente a Joaquín López Antay y el escándalo que se produjo cuando recibió el Premio Nacional de Cultura en 1975, que seguramente habría alegrado mucho a Arguedas, pero que, en manos de María Elena Alvarado, Víctor Vich y Carlos Villacorta (curadores de la muestra), quizá se hubiera convertido en el Premio Nacional de Cultura Popular. Porque el término popular, aquí, no se opone como correspondería al término élite, sino que se le subordina a la categoría misma de arte o de cultura. Lo que no es otra cosa que reestablecer las jerarquías contra las que luchaba tanto Arguedas: las élites hacen el verdadero arte, la verdadera cultura, los demás, hacen arte popular.
Pero hay una dicotomía más profunda que es sobre la que -creo- habría que profundizar si se quiere hablar de Arguedas hoy, y es la de convivencia pluricultural versus inclusión. Arguedas, como bien señalan los organizadores de la muestra, aspiraba a un Perú en el que la convivencia pluricultural sea posible, en la que cualquier hombre pueda vivir feliz todas las patrias. En cambio, en el nombre de Arguedas y de reivindicaciones indigenistas o "de lo popular", se aspira hoy, sin problematizar el concepto, a la inclusión. Sin detenerse a pensar que el proceso de inclusión necesita de al menos dos actores: uno activo, que incluye, y otro pasivo, que es incluido, a la vez que un sistema determinado en el cual incluir al actor pasivo. Las élites de las artes plásticas peruanas, así como el Estado centralizado, hispanoparlante y occidentalizado se arrogan el derecho de ser quien incluya a los "artífices populares", a los bárbaros, los peruanos que no pertenecen a ninguna élite, los de origen andino o amazónico, los que no tienen el español como lengua materna o Lima como residencia habitual, los que no siguen necesariamente los modelos occidentales, los populares, los otros.
Si queremos pensar con Arguedas, lo primero es reconocer el lugar desde el que hablamos. En una sociedad como la peruana, ¿queremos mantener las jerarquías, borrarlas, invertirlas? ¿Queremos modernizar al bárbaro? ¿Incluir al "artífice popular" en los espacios de los artistas plásticos de verdad? Creo que el centenario de Arguedas, y mucho más una exposición en su nombre, deberían obligarnos a la reflexión. Es tiempo de tomarnos las cosas un poco menos a la ligera.
Texto tomado de http://revoluciondiversa.blogspot.com/2011/02/arguedas-el-arte-y-el-arte-popular.html
Puedes leer más de Arguedas en nuestro último número de la revista La Luna de Pierrot:
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