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Estoy en contra de la creación del Ministerio de Cultura (Mincu) porque en ese hecho subyace una lógica de borrón y cuenta nueva que sirve para las relaciones sentimentales desgastadas y monótonas, pero no para un tema de crucial importancia en un país pluricultural.
Desde hace mucho se nota una fea costumbre: eliminar instituciones que no funcionan para crear otras, lo que le hace un flaco favor al fortalecimiento de las entidades, condición fundamental para el buen funcionamiento del aparato estatal. Y la creación del Mincu es uno más de esos desatinos disfrazados de hazañas. Ya existían instituciones que, supuestamente, velaban por la Cultura y que ahora han sido absorbidas por este “coloso” anacefálico que aún no tiene claras sus atribuciones. Hubiera sido mejor fortalecer las primeras. Pero no. Eso es mucha chamba, al parecer.
Estoy en contra de la creación del Mincu porque creo que las soluciones para cada problema de nuestro amado-odiado Perú no deben venir siempre desde arriba, desde el Poder Ejecutivo, tomando en cuenta que ya existen iniciativas de promoción cultural impulsadas desde gobiernos regionales o municipios distritales de distintas partes del país. Me opongo, porque no hay nada más libre que la cultura y el solo hecho de tratar de definirla desde el Estado la desnaturaliza.
Estoy en contra, además, porque el país necesita políticas culturales y no cultura politizada. Y hacia esto último camina el MINCU con un Ministro tan cercano al Presidente, situación que puede parecer circunstancial, pero que seguro será recurrente por la misma naturaleza que el cargo posee.
La cultura no es la fashionización de lo étnico que tan locos vuelve a los niveles socioceonómicos A y B que ven en el uso llikllas o chullos una forma de lavar sus culpas y sentirse “inclusivos”. Tampoco es el fanzine del poetastro de Quilca que tiene un tiraje de 50 ejemplares, todos fotocopiados, para sus amigos. No es una coartada para quedar bien con ciertos sectores opositores al gobierno de turno ni una palabra-fetiche que de tanto usarse pierde sentido. Es mucho más que eso.
La Cultura es un elemento transversal, que debería estar presente en todo tipo de política pública, desde las educativas hasta las económicas. Es un mensaje en sí mismo y un factor para la
inclusión. Aislarla en una sola entidad puede resultar contraproducente. Pero el MINCU ya empezó a moverse y no hay marcha atrás. Sólo queda desearle buena suerte.
Por:
MOISÉS NAVARRO PALACIOS. (Lima, 1987) Comunicador por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue spammer durante un tiempo. Ahora trabaja para el Tercer Sector.
http://issuu.com/lalunadepierrot/docs/lp1
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