Puede que lo recuerden como el que solía vivir por la música (los que lo conocían), puede que lo recuerden como el hombre de las letras oscuras, los compases certeros y las frases (musicales) sinceras. Pero también es el que con el humor logra la misma profundidad que con la seriedad, el que con acordes mayores puede, increíblemente, lograr una gravedad muy similar a la de los menores. Descubrió tanto en Lorca que bautizó a su hija con ese nombre. Vivió tanto entre el sexo, las drogas y el alcohol que terminó venciendo sus deseos y viviendo largas termporadas en un monasterio donde “hizo más cosas de cocina que de música”. Lo estafaron (no los del monasterio), salió e hizo más música. Luego, agradecidos todos (sobre todo por el Live in London del 2008), hizo más música, pero la de antes, la de Dance me to the end of love, la de Lover, lover, lover, So long Marianne, Everybody knows, I´m your man, Stranger Song o Memories. Fue poeta antes que músico, y poeta mientras músico, e hizo poesía de sonidos sencillos. E hizo música de palabras pequeñas. Finalmente, volvió a cantar Hallelujah y The Future con una fuerza incomprensible para sus 76 recorridos años y, tras vencer algunas males propios de la edad, continúa, en este fin de año 2010, con su gira global.
Dibujo: G.Lopez T.
http://issuu.com/lalunadepierrot/docs/lp1
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