miércoles, 27 de enero de 2010
MOZART, SONIDOS DE LOS DIOSES
Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, a quien todos hemos conocido a través de la historia, la música, el arte y la genialidad, como Wolfgang Amadeus Mozart cumple hoy 254 años de haber nacido, y 248 de haber dado a conocer por primera vez su virtuosismo ante las cortes reales de la Europa del siglo XVIII.
Aquellos fueron los primeros afortunados en oírlo, en comprobar su maestría en la ejecución, y después en la composición –por que tan sólo con 6 años ya se encargaba de la tarea ardua y bendita de hacer música, la cual él ya tenía en su cabeza y tan sólo trasladaba a partituras-
Hace poco vi Amadeus, de Milos Forman, sobre la vida de Wolfgang desde que se trasladó Viena y conoce a Salieri, su legendario enemigo musical, y al cual muchos le atribuyen haber impulsado prontamente su muerte. Sin embargo todo esto forma parte de la leyenda, y aunque es innegable que una historia así sólo alimenta más las ansias y la admiración hacia un genio como Mozart y su vida, no hay nada comprobado sobre este hecho.
Nacido en Salzburgo, precedió en la llegada al mundo Beethoven, a quien conocería alguna vez en un encuentro no documentado que sin embargo también nos provoca, por lo menos a mí sí, una delicia de tan sólo imaginar que dos genios de tal talla hayan compartido un salón y hayan intercambiado palabras, quizá música también. Imaginarlo es una delicia, una delicia musical.
Al ver Amadeus imaginaba las facilidades que tenemos ahora. Si nos gusta un músico, o un grupo, pues asistimos a sus conciertos, compramos unos discos –quizá lp`s o casetes–, descargamos sus canciones de internet, las copiamos de un cd prestado, o las buscamos en la red, o en televisión para oírla, una y otra vez y seguir deleitándonos y entrar al parnaso que por un momento está cerca, muy cerca.
Pero en los años de 1700, qué hacía un hombre que oía una vez a Mozart y quería seguir rozando la eternidad de sus movimientos de ópera, de sus conciertos para piano, de sus sinfonías absolutas. Pues esperar que vuelva a ser interpretada. Al ver de espaldas al joven, risueño, atrevido y despreocupado -todo un artista- Mozart sentía la angustia de aquellos mismos afortunados que podían oírlo en vivo una vez, pero quizá sólo una vez, y nunca más.
Por estos días también ha salido a la venta el especial de Mozart que entrega el diario El Comercio en su colección de música clásica. Es bueno, aunque al escucharlo he extrañado algunas melodías. El Requiem se hace extrañar, claro que sí.
Pero que va, aunque no pueda oír al mismo Mozart guiar a una orquesta en cada crescendo, huir en una fuga, a través de la rapidez de la seguidilla de semicorcheas, puedo acudir a cualquiera de los beneficios que la tecnología pone a mis pies (aunque a mis manos es la expresión más acorde a estos tiempos). Un 27 de enero más para el genio niño. Feliz Cumpleaños Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus (Amadeus) Mozart.
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