martes, 18 de marzo de 2008

¿Puedes ver?

“¿Ya puedes ver?” es quizá la frase más triste que Charlot haya dirigido a una de las tantas mujeres que compartieron con él la pantalla. Él siempre se enamoraba, y vivía el amor de verdad, queriendo lo mejor para su compañera, aunque esto signifique que ella se fuera a vivir un futuro mejor, quizá con otro. Luego Charlot se quedaba solo, pero tal vez sintiéndose bien por saber que esa otra persona, a quien amaba, sería feliz.

Pero esa es la frase más triste porque va acompañada de una mirada de misericordia, de la otrora vendedora de flores ciega, a la que Charlot ayudó a recobrar la vista. Sólo que ella no sabe cuál es la identidad de su angélico salvador, hasta que se encuentra con el vagabundo Y además se acompaña con el rostro más pueril de Charlot, como un infante que espera de su madre un dulce o quizá un mimo. Charlot prácticamente se desmorona de felicidad al encontrarse nuevamente ante aquella florista y no sabe qué hacer. La posibilidad del final abierto nos deja como tarea imaginar qué es lo que ocurre luego. A todos nos gustaría que ella se quede con Charlot, pero sabemos que lo más probable es que no.

sábado, 15 de marzo de 2008

Annabel Lee de Edgar Allan Poe

Fue hace muchos y muchos años,
en un reino junto al mar,
habitó una señorita a quien puedes conocer
por el nombre de Annabel Lee;
y esta señorita no vivía con otro pensamiento
que amar y ser amada por mí.

Yo era un niño y ella era una niña
en este reino junto al mar pero nos amábamos
con un amor que era más que amor
—yo y mi Annabel Lee—
con un amor que los ángeles súblimes del Paraíso
nos envidiaban a ella y a mí.
Y esa fue la razón que,
hace muchos años,
en este reino junto al mar,
un viento partió de una oscura nube aquella noche
helando a mi Annabel Lee;
así que su noble parentela vino
y me la arrebataron,
para silenciarla en una tumba
en este reino junto al mar.

Lo ángeles, que no eran siquiera medio felices en el Paraíso,
nos cogieron envidia a ella y a mí:
—Sí!, esa fue la razón (como todos los hombres saben
en este reino junto al mar) que el viento salió de una nube,
helando y matando mi Annabel Lee.
Pero nuestro amor era más fuerte que el amor
de aquellos que eran mayores que nosotros
— y muchos más sabios que nosotros—
y ni los ángeles ni el Paraíso encima
ni los demonios debajo del mar
separarán jamás mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee

Porque la luna no luce sin traérme sueños
de la hermosa Annabel Lee;
ni brilla una estrella sin que vea los ojos brillantes
de la hermosa Annabel Lee;
y así paso la noche acostado al lado de mi querida,
mi querida, mi vida, mi novia,
en su sepulcro junto al mar
en su tumba a orillas del mar.


...poema elegido por la sensación del momento.

miércoles, 5 de marzo de 2008

LA LUNA DE PIERROT

El movimiento limitado dentro de un mundo lleno de paredes materiales exacerba la capacidad de ciertos seres. Aquellos que se rigen más por lo que no ven en vez de por lo que se les presenta como causas primeras. Buscan lo que saben que es superior a todo lo que a su alrededor se encuentra. Ya que todo en este mundo es tan oprimente, se liberan trasponiendo su propio ser sobre existencias inalcanzables para otros, o tal vez mejor sería decir inexistentes, pues ni siquiera mantienen una sintonización con lo que esta les pueda dar. Así las presiones diarias se convierten en la lenta agonía de quienes ven en las rutinas la peor de las sentencias.

Sentencias que lleva a muchos al escape en la introspección, o a la soledad o locura, según diría la mayoría de personas, de visión limitada. Soledad como la que vivía Pierrot, acompañado verdaderamente tan sólo de la luna, de la cual estaba enamorado y que para él era la única existencia que lo liberaba de sus demás compañeros de la Comedia del Arte, como Arlequin o Columbina, que rayaban en el materialismo. De esa manera, Pierrot veía en la luna una verdadera existencia, no como el resto, traspasaba la capacidad de su entorno y se rodeaba de existencias superiores. Así la Luna lo llevaba a sentirse más allá de la frontera de su mundo, como el arte lo hace con nosotros.

Es de esta manera que La luna de Pierrot, busca convertirse en un espacio que tiene principalmente dos finalidades. La primera, ser, para los redactores, esa forma de liberación, de traspaso del muro que nos cerca, llegando a establecer dentro de nosotros una conexión directa con lo que no pueden ver las personas que se ciegan. Y como segunda proposición tenderemos a mostrar mediante esa liberación personal, a los demás, esas otras formas de existencia que no pueden alcanzar, y que les son desconocidas. Todo ello simplemente con una premisa: la de establecer un espacio sobre arte, y nada más que de arte, en su relación con cualquiera de nosotros. Así, enamorados de la Luna, enamorados del Arte.

Pierrot Wilhelm

LA LUNA DE PIERROT

Entre mundos efímeros y superficiales, donde lo mecánico y material te limita la mente a hacer siempre lo que debemos hacer, sólo la imaginación como cuna de hechos reales y ficticios, nos hace saber que hay otro mundo paralelo.

La noche, oscura y aparentemente incierta, poco sería sin su lámpara, la luna, obra del Todopoderoso, quien la puso como ama y señora para cada lunático imaginativo, quien la tomaría como esposa, reina, y hasta diosa menor, a quien rendiría sonatas amorosas para satisfacer su existencia.

Pierrot, otro lunático imaginativo, tan común y corriente como uno más del resto, aquel triste artefacto humano, de quien todos se reían -al fin y al cabo esa es su vocación, sacar siempre en el otro sus más superficiales (o remotas, según sea el caso) emociones y sentimientos- aunque para él, pobre de condición, no sea más que un ejercicio rutinario, el pan de cada día, hasta la noche que es donde puede ver a la novia, la dama inalcanzable de quien estaba plenamente enamorado, la luna.

Pierrot es una artista, un idealista, un soñador, y la luna para él, su musa incondicional, dotada de magia, hace que en el emerjan las más inexplicables sensaciones. En ella encuentra no solo la cuna de lo fantástico, sino que es la causante de su catarsis, la mágnum de su existencia o inexistencia, según Pierrot lo anhele.

Precisamente es lo más símil del arte para el artista. En el arte se encuentra esa luna, ama y señora, y en el artista, el lunático imaginágico: preso de sus fantasías, pero que encuentra la liberación en el arte, su fiel esposa. No importa la existencia que el común Pierrot, o artista, tenga, cuan infeliz o pobre sea, cuan rutinaria o mecánica sea su vida, es el arte, precisamente, ese vehículo de liberación, quien nos sostiene y nos mantiene vivos, que nos hace capaces, existentes o inexistentes (como anhelemos), y nos hace, como a Pierrot, otro ser, habitante de ese otro mundo paralelo

Pierrot Legión

LA LUNA DE PIERROT

Paraíso lunar
(Viajes sobre mundos imaginarios y/o existenciales)

Es necesario –oh hermanos míos– ponerle un subtitulo al encabezado de este artículo (aunque no sé si sea el más indicado) para expresar de alguna forma esa salida o esa búsqueda que nosotros precisamos entender.

“Imaginación”, una forma paralela de explicar nuestros mundos interiores, es la puerta principal de mi mundo que cruza de lo común a lo intangible; ver más allá de lo que el resto no ve o de lo que el mundo se niega a buscar. La mayoría de las personas también se encierran en una gran burbuja… que es el mundo, y ella les ofrece respuestas y refugios que no siempre son verdades concisas. Escapar de lo rutinario, mayormente hace que nos “psicoanalicemos” cada uno por su cuenta y solos (por llamarlo así), para darnos cuenta de la necesidad de querer saber o ver qué hay más allá de nuestros glasos y, como Pierrot al ver la luna, sentirnos seguros, como estar en el mismísimo paraíso

Para Pierrot la luna no era solo la luna, era más que eso. Él era parte de ella, y ella parte de Pierrot, eran unión mutua, Pierrot entendía claramente que ella le daba a su vida esa existencia de tranquilidad que lo liberaba de su realidad. Podía videar en ella todas las cosas hermosas que siempre quiso conocer, y a su vez, que nunca se pudo imaginar. La luna fielmente lo llevó a traspasar su imaginación. Era la llave de su puerta principal. En verdad, no sé (ni me interesa saber, realmente) si era amor lo que Pierrot sentía verdaderamente por la luna, pero si creo que haya pensado que la luna este enamorada de él. Podría ser paranoico, pero si fuera así, es una paranoia que cualquiera arriesgaría para sentirse mejor.

Por eso, en este espacio llamado La luna de Pierrot, buscamos, los redactores, viajar libremente basándonos en el arte, para traspasar esa barrera que limita a las demás personas de lo que un grupo (muy reducido), si puede ver o, por lo menos, imaginar; y ayudar a restablecer conexiones con las personas que no pueden ver más allá de lo normal, abriéndoles la puerta periódicamente.

Pierrot Ruidos
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...