Los desnudos y los muertos, de Normal Mailer / Serge Moscovici |
No llevo más de una semana de libertad, pero se siente como si el peso de los potros de bárbaros Atilas no existiese más sobre mi espalda, sobre mi cabeza, sobre mis manos. La libertad es estar despejado al fin de haber empeñado a conciencia por un año mi cerebro, mis noches en un máster -una decisión balanceada, a decir verdad: valiente y estoica, pero responsable-.
Han pasado solo 5 días desde que concluí una larga cadena de esfuerzos que terminaron en un remolino de largas, larguísimas coordinaciones internacionales para acordar horarios de encuentros, avances y aportes con el grupo con el que me tocó trabajar al final. (Como alguien debe haber comprobado ya científicamente, volví a vivir aquello de que no todos trabajan igual. Pero es algo con lo que se tiene que lidiar).